domingo, 11 de marzo de 2012

Post-crónica de una pre-escucha (por Víctor Martín)

Como la guitarra, imagen y voz cantante y sonante de Un Hombre Exquisito acababa de ser operado de la cabeza, el poeta Víctor Martín Iglesias acompañó al letrista y autor de este blog a la pre-escucha del nuevo disco de Albertucho.
En su blog ha colgado su crónica sobre ese día, que ahora pasamos a reproducir en el nuestro, no sin antes recomendarte que, pese a todo, pases, sin falta, por el suyo, ya que escribe de puta madre y, entre otras cosas, podrás encontrar su libro de poemas Cómo hemos llegado a esto y elegir si descargártelo gratis o pagar el precio que, de sobra, vale. 



Dedicado a Exquisito, que también estuvo allí.

En ocasiones suceden cosas que no deberían suceder, o que deberían haberlo hecho de otra manera. Este sábado, por ejemplo, ocurrieron muchas de esas cosas: Ángel Vallekas y Marta Romero no deberían haber estado esperándome en Conde de Casal, ni haberme llevado hasta el estudio de José Luis Garrido, ni haberme presentado a Albertucho, ni… bueno… imagino que os hacéis una idea. Todas estas cosas estaban reservadas a Exquisito, líder de la inexistente banda de rock Un Hombre Exquisito, al que una indisposición impidió disfrutar del premio con el que Albertucho dotó un concurso de Facebook que su grupo había ganado: asistir junto a un acompañante a la preescucha del que será su nuevo disco: Alegría. Pero en fin, el caso es que sucedieron y la otra mitad de Un Hombre Exquisito (que no pertenece a la banda pues, ya digo, es inexistente, pero que escribe unas letras dignas de más una banda que se jacta de existir) y yo hicimos uso y disfrute del citado premio. Y eso, y nada más que eso, es lo que voy a contar. Que no es poco.
Si el nombre, rockero insensato, de Ángel Vallekas te es desconocido, déjame que te lo presente: a él le tienes que agradecer los melocotones del Extremúsica, los conciertos también, claro, y la hasta ahora muy bien llevada carrera del señor que nos ocupa: Alberto Romero a.k.a Albertucho a.k.a Capitán cobarde. La lluvia de las dos últimas ediciones no, eso fue una putada en la que él no tuvo nada que ver y que seguramente fue culpa de ZP, vaya usted a saber. Marta R. es su jovencísima road manager (la del Capitán, no la de Ángel, a ver si nos centramos y estamos a lo que estamos, joder.) José Luis Garrido, por último, es un tipo que pasaba por allí. O, al menos, eso es lo que diría cualquiera de nosotros si se lo encuentra paseando por la calle y no sabe que este señor tiene dos premios Goya (por Habana Blues y Solas) y ha producido, entre otros muchos, a Camarón y Paco de Lucía.
En este momento es cuando recuerdo que este post está estrictamente basado en hechos reales: nada de mis habituales idas de pinza.
Llegamos, pues, a los Estudios Musitrón de Garrido. Y allí comienzan de nuevo a suceder cosas extrañas: Albertucho abre y cierra su chupa de cuero con insistencia, habla más que nosotros y se mueve de un lado a otro arrastrando un vaso de tubo que no contiene más que agua. ¿Y ésta era la estrella de rock? No. La estrella vendrá luego, cuando empiece a tirar de talento para enlazar un temazo con otro. De momento nos encontramos con un veinteañero nervioso que quiere hacer un buen papel de anfitrión. Nos enseña sus guitarras y nosotros intentamos demostrar que sabemos (y, oye, lo sabemos) de qué nos está hablando: una telecaster, una stratocaster, un dobro, un banjo, un par de acústicas… inversiones hechas con mucha cabeza y poco despilfarro que nos empiezan a dar una idea del tipo que tenemos enfrente.
Poco a poco el local se va llenando de personajes ilustres: Pablo Salinas, que ha trabajado con todos (desde los Chichos en su juventud) hasta Antonio Flores, Miguel Ríos, Luz Casal, Mike Oldfield, Joaquín Cortés, Ana Belén, Joan Manuel Serrat o Jennifer López y que últimamente anda metido en esto, “El Flaco” Jorge Barral, que se encarga del bajo y el banjo, Luismi Villarubia o el periodista Chema Gallego. Nosotros somos, por si no lo habían notado, el variopinto jurado que tiene la suerte y la difícil tarea de opinar sobre el aún inacabado próximo disco de Albertucho: Alegría.
Y ahora, después de cinco párrafos, sé exactamente lo que estás pensado: “¿¡Quieres dejarte de hostias y decirnos de una puta vez qué te parece el disco o no!?” Pues esto me parece:
Si esperas rock urbano déjame decirte que este disco se aligera. Las bases suenan limpias, poco o nada recargadas y sin embargo sólidas. Ha ganado en detalles y matices, creo yo, respecto a anteriores trabajos y la variedad musical, me parece, es mayor. Se escuchan cosas (lo señaló Marta y lo pude verificar personalmente) de Mumford & sons, de Cash, de Dylan. Pero sin gaitas. Albertucho sigue siendo Albertucho: un súper héroe de sillón, como asegura en uno de los cortes, que no se las da de nada más que de eso, de Albertucho. A su rollo. Tan a su rollo que ha decidido tomar, por primera vez, las riendas de la producción. Y por eso abre y cierra con insistencia su chupa de cuero, porque su nombre se va a unir a los de José Luis Garrido, Eugenio Muñoz (Rosendo) y Juan de Dios Martín (Xoel López y Amaral), sus anteriores e impresionantes productores. Y eso tiene que acojonar. Seguro.
Los temas se suceden (las cervezas también) y con todo el riesgo que conlleva haber escuchado el disco una sola vez, añado: diría que es más homogéneo en cuanto a tiempos; la voz, me parece, fluye con más claridad que en el pasado, más libre quizás y las letras, a primera escucha, me gustan mucho. Esa es la sensación con que me quedo. Seguro que en esta otra crónica encuentran ustedes un análisis mejor. A mí, ya digo, me quedan sensaciones, las que cuento, y sobre todo una: Albertucho sabe (así lo canta) que es mejor no tener nada, quizás por eso lo ha dado todo en este disco.


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