viernes, 11 de noviembre de 2011

George Harrison: ese chico yonki y solitario...

El País reproduce hoy una conversación entre Diego A. Manrique y Boyero sobre el documental en el que Scorsese retrata a George Harrison... Es difícil decir más con menos palabras



D. A. M. Puedo entender que no te haga gracia Yoko pero el hecho básico es que Lennon pasó los últimos 15 años de su vida con ella, así que algo habría...
C. B. Ya. Son manías... De todas formas, la historia que me parece aterradora, y que no recordaba, es la del hombre que entró en casa de Harrison para matarle. Eso es brutal.
D. A. M. Aterrador. En el caso de Lennon se podía entender que un loco quisiera matarle porque era un hombre absolutamente polarizador. Pero Harrison era un alma cándida y que de repente entre un friki a matarle en su casa era algo impensable. Pero al fin y al cabo Harrison fue un tipo de muy mala suerte. Eso se ve en el documental, cuando pierde la voz en ese concierto con Billy Preston. A Harrison le pasa de todo, le echan de las discográficas y solo recobra un poco el ánimo al final, cuando se junta con Bob Dylan, Tom Petty y Roy Orbison en Traveling Wilburys y cuando Eric Clapton le paga los favores y le lleva de gira, empujándole otra vez al escenario.
C. B. Hombre, ya podía pagarle los favores después de levantarle a su mujer. La historia de Patty Boyd y Clapton está muy bien contada. Esa mujer que inspiró Layla ySomething... me gusta esa frase de Sinatra diciendo que Something es una de las mejores canciones de amor de la historia.
D. A. M. Sí, pero en un concierto, y está grabado, Sinatra dijo que Something era la mejor canción de todos los tiempos... y luego añadió: "Y saludemos a Lennon y McCartney". Al final el drama de Harrison es el de un señor que está junto a dos genios de tal intensidad que queda eclipsado.
C. B. Creo que por eso me gusta tanto la socarronería de Ringo Starr. Me gusta mucho cómo está en la película. Es un secundario al nivel de los grandes del cine americano.


C. B. Incluso antes de morir se compra una casa en Suiza para huir de los impuestos. Es un hombre de extremos. Un obsesivo absoluto. Ya sea la coca, los Hare Krishna o los coches de carreras...
D. A. M. Y otro gran olvido de la película, además del plagio de My sweet Lord, ¡cuyo juicio perdió!, es cómo en los setenta destroza a Ringo Starr con un affaire con su primera novia, la de toda la vida, Maureen. Su gran amigo, el que hace pandilla con él frente a Lennon y McCartney, va y le cuenta que aunque puede tener a la mujer que le dé la gana se ha encaprichado precisamente de la suya. Tremendo. Al final, lo que ves es que entre ellos había algo realmente indestructible. Basta con el detalle final de Ringo relatando cómo se despide de él antes de morir.
C. B. No, si al final, es lo que dice Tony Soprano a su hijo cuando se intenta suicidar porque le ha dejado la novia, que detrás de tanta canción sentimental lo que hay es un negocio construido gracias a infinidad de putadas y abandonos.
D. A. M. Pero el misterio es ese, cómo un hombre que pasó por una experiencia que no podemos ni imaginar y que culturalmente no tiene equivalente en el siglo XX, que fue cambiar el mundo, se convirtió en un amargado.
C. B. Es algo que ya ves en las fotografías de ellos de jóvenes. Es como lo de Mystic river, que ya desde niños ves el papel que le ha tocado a cada uno en la vida. Ves a Lennon, el que mola del barrio, a McCartney, el señor de las grandes recepciones y negocios, y luego está el que no sabe muy bien qué pinta ahí. En cualquier caso me gustaría que Scorsese siguiera explorando la vida de genios como estos.
D. A. M. Sí, pero sin olvidar los asuntos oscuros.


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