sábado, 12 de mayo de 2012

Tiempo y distancia (El aguante de Marcelo Champanier II)

La primera vez que vi a Marcelo Champanier fue por casualidad, en un concierto de Ariel Rot en La Elipa en el que salió como invitado. Hizo entonces lo que, en mi opinión, debes hacer cuando vas a actuar para un público que no te conoce: salir sabiendo que no tienes nada que perder, salir sin complejos, salir, en definitiva, a liarla. Este es el momento:




No puedo asegurar que sea algo que funcione. Ni siquiera sé si es algo, en general, recomendable: no tengo ni idea de mercado ni de música. Sí sé que al día siguiente me puse a investigar y poco después me descargué (ilegalmente, lo reconozco) su disco El club del aguante.
En él, entre temas irregulares mezclados con momentos brillantes, una innegable capacidad melódica y un deje calamariano especialmente perceptible en "Rumba de la 2 (de mayo)", brillaban temas como "Ya sé que I´ve got you under my skin", "No me quiero volver" o "Encargada del amor".

Tardé mucho tiempo en saber de Marcelo: ser de provincias puede tener ciertas ventajas, sí, pero la variedad de conciertos, desde luego, no está entre ellas. (Ya lo canta Javier de Torres en "Los grupos ingleses"…) 
Una putada, porque Marcelo da la sensación de ser un animal de escenario y en alguna de las canciones parece latir sobre todo la promesa de lo que puede haber ahí, oculto, a punto de saltar. Que, a veces, es lo más importante en la música: esa promesa que a veces no acaba de concretarse del todo pero nos hace ir a conciertos, cantar desafinando, seguir comprándonos discos como gilipollas o, peor aún intentar sacarlos. Por cierto, que el propio Marcelo sacó un segundo disco aún mejor que el ya interesante primero, que empieza con un rock resacoso increíblemente sexy y elegante: el arrastrado “Buenas intenciones” y que, además, contiene la preciosa "30 lunas de Abril", la gramparsiana "Solo tu amor" o la delicada "Fantasmas de la noche".
Para los de provincias, nos queda el consuelo de la transmisión (sin el mismo feedback ni emoción) que nos proporciona a los paletos Youtube:
Aquí tenéis un ejemplo:




Ahora, Marcelo Champanier ha bordado una versión de Lou Reed que nos viene al pelo para tratar la situación política, social y, por qué no decirlo, musical en la que nos encontramos. “No hay más que hablar”, lectura castiza y contemporánea de “There is no time” que, si hubiera justicia y buen gusto en el mundo, tendría muchas opciones de erigirse como himno:



De nuevo, no sé si esto es una buena estrategia comercial: no tengo ni puta idea de mercado y tampoco, me temo, de música. Solo sé que me ha hecho acordarme de Champanier, reescuchar sus discos y, sobre todo, estar muy atento a la salida de su próximo trabajo que, al menos a primera vista, tiene una pinta cojonuda.

Para el que le pase lo mismo o algo parecido, esta es su página web:

Y para los descreídos, estos son los créditos de dicho disco:

TIEMPO Y DISTANCIA
con:
Claudio Gabis (guitarra), Tony Jurado (batería y precusión), Mac 
Hernández (contrabajo), Charlie Cepeda (guitarra y steel), Candy 
Caramelo (bajo), Luca Frasca (piano y teclados), Lea Aput (guitarra acústica) y Pepe Curioni (co-producción y coros)

Invitados especiales:
Ariel Rot, Laura (Garaje Jack), Vikxie, Litus, Fernando Martín, Yolanda 
Yone y  Perro Flaco.
El disco incluye la canción “El Laberinto”, compuesta junto a Claudio Gabis
& Sergio Makaroff y “Sueños (que se alejan como trenes)” con letra de 
Juan Mari Montes


Creo que no hay más que hablar. 




ACTUALIZACIÓN: CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN DE "TIEMPO & DISTANCIA" EN MADRID

(realizada por Víctor Martín para su blog: http://casualmenteaqui.wordpress.com)


Ayer por la tarde el argentino Marcelo Champanier, residente en España desde el año 2000, presentó su nuevo trabajo Tiempo&Distancia que llega tras El club del aguante y Buenas intenciones. En este nuevo largo, producido por el mismo Champanier, le han acompañado los grandes. Los más grandes: Claudio Gabis, que se encarga de la guitarra eléctrica en ocho de los diez cortes del disco y que compone junto a Makaroff uno de ellos (El laberinto) y Ariel Rot, que se deja escuchar en tres temas. Alrededor, una banda impresionante: Toni Jurado, Candy Caramelo, Mac Hernández, Luca Frasca, Charlie Cepeda… los sospechosos habituales de Ariel, Calamaro, Fito… y quizás este era uno de los mayores alicientes del concierto de anoche: Champanier y Gabis se presentaron solos, sin el sustento de una banda detrás. Delante unas treinta personas y en torno a todos los jardines de la Casa Sefarad. El vino, gratis. No está de mal decirlo y añadir que la entrada costaba seis euros. Si este tipo de eventos tuvieran algo más de publicidad y la gente algo más de cabeza los quinientos metros cuadrados de jardín deberían haber estado rebosando. Pero no entremos en estos inútiles temas y hablemos de la música.
Con Champanier al piano empezó la sesión y en este formato fue desgranando los temas más melódicos del disco. Mención especial para Lluvia de abril. Con permiso de Gabis y del propio Marcelo, la voz se convirtió por momentos en el instrumento fundamental.  Sabe lo que quiere hacer con ella y lo aplica con éxito. Lejos de echar de menos a la (numerosa) banda, Champanier creó ayer un disco nuevo con tres instrumentos. Diferente. Mucho más íntimo pero no por ello con menos cuerpo. Recogido pero sin renunciar a ese punto rock que tienen (y no deben perder) la mayoría de sus composiciones.


Para este punto rock, blues, Ariel, Stones… ningún acompañante mejor que Claudio Gabis. Curtido en (literalmente) mil  batallas, las manos de Gabis se mueven como las de Clapton: sin esfuerzo aparente, tocando la nota exacta en el momento preciso, sin cargar los temas de su compatriota y clavando el solo de rigor entre las dos partes del tema. Champanier nos regaló también una canción inédita (“compuesta hace una semana”; tuvo que hacer esfuerzos para recordar el título que le había puesto; yo, como ven, lo he olvidado…) que Gabis, en plan Fernando Merino, se encargó de acompañar a primera escucha, improvisando durante los cuatro minutos que duró. La parte más eléctrica (y la más estadounidense también) llegó con Fuera de la ley. Guitarra acústica en mano cambió de tercio por completo y a la canción que abre el disco se fueron añadiendo las más lúdicas y canallas*: Tres Marías (crónica de una etílica velada que el, digamos, yo lírico termina en casa de tres amigas; con algo de Victoria y Soledad de Calamaro) y Trío Calavera (oda a la amistad que el cantante dedicó a uno de sus amigos presente en el concierto).
Champanier tocó, por supuesto, el disco entero y añadió temas antiguos (impresionante, in-presionante, Lluvia de Buenos Aires), más el tema inédito al que me referí antes, pero lo cierto es que supo a poco. Queremos más. La próxima cita será en Clamores (22 de mayo) con cambio de papeles: será Gabis quien tome la batuta y Champanier el que haga el papel de invitado. Esta vez no digan que no les avisaron.



1 comentario:

  1. Pues habrá q escucharle con calma, en directo es verdad q no esta mal.

    un saludo!

    R.

    ResponderEliminar