viernes, 20 de enero de 2012

Los Jacobos

Los Jacobos son un grupo de punk patatero, sencillo, borrico, brillante, genial.
Lo siento. De verdad que no quiero sonar recargado, ni pretendo dar a entender que Los Jacobos son el mejor grupo que nunca haya escuchado porque, de hecho, serían de los peores si no fuera porque las radios comerciales han dejado el listón a ras de suelo. Sin embargo, les juro que tampoco exagero si les digo que por más que haya estado en Derrames, Viñas, Fibs, fiestas patronales, salas de prestigio y garitos inmundos, el directo de Los Jacobos siempre estará entre los mejores que he visto en mi lamentable vida.
Y, ojo, dense cuenta de que no pongo fecha: no digo “el concierto de Los Jacobos en el Festival Alternativo del Berrocal de 2002”… o “el concierto de Los Jacobos en el Extremúsika de 2007” (por más que los dos fueran apoteósicos)… No, digo “el directo de Los Jacobos”, y digo bien, porque “el directo de Los Jacobos” es en sí una fiesta que debería ser declarada de interés nacional, un acto de catarsis, de unión, de liberación de feromonas, rabia, risotadas y empujones y una exhibición de efectividad (tienen claro lo que quieren y cómo conseguirlo), de buen rollo y de actitud.



“Actitud”, qué palabra más potita, y cómo se nos llena la boca al usarla. Tanto que, puestos a ser sincero, no hay otra que me suene más falsa al hablar de música, ni término que más dispuesto esté a no utilizar bajo ningún concepto al hacer una crítica o una crónica… pero ¿hay algo más grandilocuente que prometerse algo a uno mismo? Y Los Jacobos, entre sus múltiples efectos beneficiosos para el cuerpo, la mente y la polla, tienen la sana manía de bajarte de tu nube, recordarte que no eres más que un pobre desgraciado aunque, eso sí, rodeado de desgraciados como tú entre los que caben frikis, jeviatas, yonkarras y gafapastas que acabarán unidos por lo que más ha unido a lo largo de la historia a los seres humanos: estar dispuesto a pasar, sin más pretensiones, un rato de puta madre.
Y perdón, pero actitud es la palabra cuando hablamos de un grupo que lleva más de diez años tocando las pelotas sin haber perdido nada del espíritu amateur a la hora de divertirse para divertir a los demás, de disfrazarse, de hacer el ganso, de salir a morir en cada concierto… de salir, ¡joder!, borrachos, de salir a arrasar y a vaciarse. Y dejémonos de leches: eso se nota, se valora y se aprecia. Y, aunque debería ser valorado por mucha más gente, ellos se lo pierden: los que los conocemos tenemos más espacio para bailar, salir a morir, a vaciarnos y a hacer el ganso. Borrachos, claro.


No puedo decir mucho más… pido disculpas pero, en serio, es para vivirlo. Y al que piense que exagero sólo le pido de plazo cuatro minutos de cualquiera de sus conciertos: si a los dos no está bailando es que es paralítico, si a los tres no está gritando es que es mudo, y si a los cuatro no está sonriendo es que es rematadamente imbécil. Y entonces, lo reconozco, mejor que se vaya cuanto antes, porque por simplista, directo y aparentemente ingenuo que parezca, Los Jacobos advierten siempre que pueden en sus camisetas, chapas y contraportadas que hacen “punk tonto para gente inteligente”. Y no lo hacen para presumir (cualquiera que les conozca o que asista a sólo cuatro minutos de sus conciertos se da cuenta de que no hay grupo más alejado de petulancia o aires de grandeza), sino sólo para evitar malentendidos como este: si buscas melodías armoniosas, letras intelectuales, romanticismo, complejos desarrollos instrumentales… mejor que te vayas por donde has venido.
Ahora, si lo que pretendes es reírte de todo y de todos, botar, verte envuelto en un pogo kamikaze, berrear eslóganes que rayan en el absurdo y/o la genialidad (“Yo tenía una novia de Pamplona que veía la Bola de Cristal”), rendir tributo a los verdaderos iconos de la cultura pop (Chuck Norris, El Profesor Storeman), reconocer verdades absolutas (“La Pantera Rosa” siempre será mejor que Mad Men, Perdidos o The Wire) y perversiones ocultas (Arantxa Sánchez Vicario siempre dará más morbo que Venus Williams), un concierto de Los Jacobos es tu sitio. Y en pocos sitios lo vas a pasar mejor.

P.D.
Llegado el final me doy cuenta de que no he hablado de su biografía, su carrera ni sus discos…
De nuevo, lo siento. Me cuesta ser ordenado al hablar de Los Jacobos, quizá porque sus directos son absolutamente caóticos, desorganizados, salvajes, frenéticos… o, al menos, así lo parecen desde el público. Otro motivo para ser tan poco preciso es que ha habido cambios en la formación y que se comenta que habrá más… Aquí quiero ser muy respetuoso, porque todos los que han tocado me parecen unos músicos de la hostia (si no, sería imposible que dieran esos pedazo de conciertos...), pero, la verdad, me suda un poco la polla: quiero decir que cuando vas a ver a Bob Dylan te da igual si ha cambiado de guitarrista, que los Rolling pueden cambiar de bajista y, sobre todo, y es una comparación más acertada, los Ramones pueden hacer los cambios que quieran porque hay algo por encima que permanece inalterable. Y, cuando vas a ver a los putos Jacobos, vas a ver a los putos Jacobos y con eso te vale.
En fin, la verdad es que no me quería poner moñas, pero, ya que quieren seguir leyendo, les voy a confesar algo: los conciertos de Los Jacobos son una forma de vida. Así, como suena. En ellos nos juntamos gentes que el resto del año ni nos hablamos, pero aquí nos abrazamos, nos pegamos, nos sentimos de verdad en nuestro sitio, haciendo lo que nos gusta. Imagino que al que le gustan los encierros se muere por correr en San Fermín, al que le gusta el fútbol por verlo en La Bombonera, al que le gustan los Carnavales por vivirlos en Río y al que le gusta la farlopa por viajar a Bogotá…
A nosotros nos gusta la música en directo tocada con ganas y con huevos. Y, siempre que podamos, iremos a ver a Los Jacobos.

2 comentarios:

  1. he aqui uno que estuvo en el berrocal el 2002 con apenas 16 años escuchando en directo este grupo como teloneros de siniestro total. como me rei con el gordo cabron

    ResponderEliminar
  2. Yo también estuve, solo que con 17... Y me lo pasé como un enano también :D

    ResponderEliminar