Permítanme que les deje de hablar en plural por un momento. Ya explicaremos mas delante esta santísima dualidad que nos traeremos si consideramos que a alguien le pueda interesar.
Hace un tiempo me empeñé en pensar, como tantos otros, que si lograba apreciar el blues sería mejor guitarrista. Como si por arte de magia escuchar a Robert Johnson, Jimmy Reed o Muddy Watters fuera a evitar que metiera gambazos cada dos por tres… Después de escucharlos durante un rato saqué una conclusión que nada tiene que ver con el blues y sí mas con mis gambazos: que en el 2011, un patán con tan pocos medios como para verse obligado a atar un micro a un flexo para poder cantar mientras toca (el menda) consiga grabaciones de calidad parecida (iremos mejorando, lo juramos) a los mejores bluesmen de los cincuenta con toda la tecnología de la época a su disposición. Lo cual es triste en dos sentidos y sólo positivo en uno:
deprime pensar cuántas actuaciones brillantes nos habremos perdido por falta de soporte sonoro. Por mucho que llenes una partitura de fortes, mezzopianos, crescendos… nunca podrás transcribir la interpretación vocal de Robert Plant en Since I´ve been loving you, por ejemplo. Con todos mis respetos hacia el lenguaje musical, el swing es algo que no creo que se pueda plasmar en un papel, a no ser que en este venga escrito el enlace a un vídeo de youtube.
Hoy día, lo peor (o lo mejor) es que ahora nos vemos en el extremo opuesto. El problema de tener tanta tecnología a nuestro alcance es que no hace falta talento para grabar un disco, sólo necesitas un poco de dinero y la omnisciencia del siempre dispuesto señor Google. Por eso, y esto es lo segundo negativo, nos vemos saturados por cantidad de patanes que creen que tienen talento y, por tanto, derecho a aburrirnos.
Lo bueno es que gracias a dicha circunstancia, Un Hombre Exquisito puede contribuir a colapsar la red de canciones mediocres. En realidad, como ya no estamos en los setenta poco importa, así que no sean tan negativos como nosotros y dejen que el autoplay se salga con la suya. Que Robert Johnson acaba cansando.
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