lunes, 28 de noviembre de 2011

Cómo musicar y cómo no musicar un poema... (tierno amor, sin amparo, fácil presa).


Como hemos dicho, Loquillo siempre debe ser un referente por su trabajo musicando poesía... Tanto para lo bueno como para lo malo. Es decir, tanto para "Con elegancia" o "Julia Reis" como para "Cantores" o "El encuentro". De "Cantores", un maravilloso poema de Gabriel Sopeña que siempre intentaremos versionar, hablaremos más adelante... De "El encuentro", particularmente, uno de mis poemas preferidos y de su fallida versión, os dejamos ahora. 
Pero, antes, un ejemplo de cómo sí hay que musicar la poesía: esta maravilla a partir del poema "Julia Reis" de José Mateos (perteneciente a su libro Una extraña ciudad e incluida en La vida que yo veo de Loquillo).




EL ENCUENTRO

En Salamanca, el último noviembre,
te encontré por la calle, tan delgada
como entonces, pero con más arrugas.
Dabas clase de no sé qué muy raro
(Textología, por ejemplo) y eras
muy feliz explicando a tus alumnos
lo divino y lo humano. Me dijiste
que tus hijos quedaron en Madrid,
con su padre, y que sólo los veías
-ya eran mayores- tres o cuatro veces
al año; que te habías doctorado
(¡por fin!) y que ahora sólo te faltaba
ser funcionaria para ver el mundo
desde el lugar que merecías.
 Yo
te dije que bueno, que pasaba
por allí casualmente, que tenía
un amigo escritor en Salamanca
y que había venido a visitarlo.
¿Tú me dijiste: “¿Tienes mucha prisa
o podemos tomarnos algo juntos?”
  
 Después de muchas copas, con el alba
siguiendo nuestra pista, te lo dije:
“Desde entonces no ha habido otra mujer.”
Y en mi interior bullía la mentira
al alimón con el deseo, y todo
-aquel horrible bar, tú y yo, la noche-
era tan esperpéntico y absurdo
que se parecía a la vida.

 Luis Alberto de Cuenca


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