jueves, 6 de octubre de 2011

Lo demás no es asunto nuestro

      Comenzamos a hacer canciones hace mucho. Quizá demasiado. Lógicamente, de esa primitiva época, con títulos horribles, temas infantiles, ripios inaceptables y melodías casi inexistentes, ha sobrevivido muy poco. Si acaso el lirismo inapetente, el simplismo y las melodías endebles. Pero son diferentes y son distintas. Sin embargo, recientemente decidimos rescatar la primera letra que hicimos (“Noto escarabajos andando por mis venas/ y siento el fracaso punzando más mi pena:/ voy ahogándome en lodo,/ ya nunca me lavo/ pero sí que me drogo./ Escucha,/ el silencio está chillando,/ para que le oigan todos,/ que en mi puta vida he estado tan solo”).  Pueden darse cuenta de que no ha sido por motivos artísticos: de hecho, reconocerán que es una buena mierda de letra. Sin embargo, fue entonces cuando nos dimos cuenta de que, finalmente, esto puede acabar por cobrar sentido: en nuestro primer disco debe estar contenido parte de lo que hemos vivido mientras lo componíamos. Y es que ya lo dijo Andrés Calamaro: la honestidad no es una virtud, es una obligación. (Y en este caso tiene razón: está visto que hasta un reloj parado acierta dos veces al día).
            Porque ha sido ahora, cuando ha llegado el momento de hacer algo con un conjunto de temazos, canciones a medio componer y otras a medio descomponer, bonus tracks, verdaderas tomas falsas y falsas versiones definitivas, cuando hemos comprendido las sabias palabras de Nacho Vegas. Efectivamente parece que hacer un disco consiste, ante todo, en poner un poco de orden. Y, como sostiene el asturiano:
 "Ello implica, claro, una situación previa de desorden, y todo lo que rodea al desorden está inevitablemente empañado por una sensación de absurdo y de pérdida del control que planea sobre los meses previos al lanzamiento del disco. Y en este caso han sido años. Así que el desorden es mayor. Pero esperamos que la limpia también.”
            Así que no sabemos si intentar hacer creerles que hemos tenido la intención de hacer un disco temático desde el principio o confesar que nos hemos encontrado con él, pero el caso es que ha resultado ser un disco, es cierto, algo adolescente (pero nos gustan los discos adolescentes: Tequila, Libertines, The Wedding Present...) que retrata el ascenso y caída de un primer amor y por tanto de la pérdida de la inocencia, lógicamente, sin ninguna inocencia (porque cuando uno es un adolescente cree que lo sabe todo mientras que no sabe nada, al revés de lo que pasa cuando te haces adulto, que sigues sin saber nada pero ya no te queda más remedio que admitirlo: así que eres más desgraciado). Y lo hace como se tratan todos los temas importantes: mintiendo, disimulando, quitándole importancia, cambiando de tema, dispersándose, tratándolo con odio, cinismo y distancia o confundiéndolo, enterrándolo y mezclándolo con otros asuntos anexos, complementarios o absolutamente irrelevantes como crisis vitales, pajas mentales, drogas, otros amores, relaciones sexuales y de amistad que van y vienen...


           Es decir, un cuadro de escenas incompletas y desorganizadas sobre una relación desestructurada (y es que “el primer amor no tiene arquitectura”, ya lo decía Francisco Gálvez) que, al principio cualquiera con dos dedos de frente y sin cojones se niega a aceptar (Canción de amor o algo parecido), para luego transmutar en una declaración novata y primeriza, pero confiada en que pueda salir bien (De saldo). Una relación condenada, pues de antemano, y que pronto se ve sacudida por un primer desencuentro que lleva a una confesión de los propios defectos (Infierno privado), y que también atraviesa momentos de ebriedad de amor y droga (Como un tren), rutina cerca del horror propio de los finales (Nunca fuimos a Las Vegas) y, sobre todo, ruptura, tanto reciente (La soledad desierta, A la deriva...), como desde la distancia (Nota de suicidio comercial) o el distanciamiento (Mariluz, Con las piernas abiertas...)... así como el recurso al humor y/o a distintas sustancias como analgésico (Arder por dentro, Rodri...).
Y, en definitiva, y quizá sea el tema principal del disco, la despedida de la adolescencia y la inocencia y los distorsionados recuerdos de juventud (La última vez...).
Porque sí, el deseo es obviamente pasar página, seguir adelante, parir otros discos con otros temas y otras canciones que recojan nuestras nuevas influencias, cicatrices, heridas, adicciones, estados de ánimo y desánimo y las nuevas enfermedades mentales que hemos ido o iremos desarrollando paulatinamente y que esperamos poder compartir con ustedes. No sé. No sabemos. Lo que sí podemos decir es que ahora hemos compuesto el mejor disco que hemos sabido y podido, que creemos que merece tener una cierta unidad temática y que esperemos que lo escuchen y lo compartan.
Ahora, vamos a hacer lo posible por grabarlo como creemos que se merece. Si les interesa, les iremos informando.
En fin, no queremos aburrirles. Esto es solo
“un nuevo comienzo, una incursión en lo inarticulado con un desastrado equipo siempre deteriorándose
(…)
sólo hay la lucha por recuperar lo perdido
y encontrado y vuelto a perder; y ahora en condiciones
que no son propicias. Pero quizá hay ganancia no pérdida.
Para nosotros sólo está el intentar. Lo demás no es asunto nuestro.”
(T.S. Eliot.)

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